REVISTA ELECTRÓNICA.
LAVOZDELAPAMPA.CL Año I. Nº 84. Noviembre 2018.
(Cuento)
El niño gozaba de su niñez en la pampa, con la adaptación familiar en la pobreza, Prudencio era de una mediana estatura, pelo colorín, pecas en la cara, y travieso, quien salía con sus amiguitos muchas veces a cachurear en el basural, como también de matar lagartos en la pampa. El niño Prudencio le gustaba mucho pichanguear con la típica pelota de trapo y sus amigos, en donde sus padres se lo permitían después de hacer todas las tareas.
Allí la vida en la salitrera María Elena por la década del 1960, las salitreras producían el salitre a pesar de la crisis del año 1956 en donde muchas salitreras estaban reduciendo a los trabajadores de las oficinas salitreras, sus padres buscaron un lugar para asentarse después que ellos quedaron cesantes. Era el caso de los papás de Prudencio quienes habían emigrado buscando nuevas oportunidades de trabajo.
Sus padres don Clotario Y doña Mercedes, quienes habían tenido la mala suerte de que el cantón de Nebraska en su totalidad quedaba paralizada, pero había que buscar el sustento para la olla.
El papá se las ingeniaba maestreando en lo que cayera, mientras lograra tener un buen trabajo laboral.
En muchas ocasiones Prudencio sabía lo que era pasar hambre, y no había a veces para almorzar, solo sopitas de pan con huesitos de res, acompañados con ensaladitas. El entonces se preguntaba – ¿Cómo no poder ser un joven para ayudar a mis padres y hermanos?…
Cuando salía del colegio, el suspiraba muy contento porque quería ser un profesional cuando fuera mayor, pero… entonces había que estudiar.
El niño Prudencio a pesar que muchas veces ayudaba a sus padres con algunos pesitos, que él se ganaba y no era mucho, pero les servían.
Entonces Prudencio salía día por medio por las tardes de su “casa” con un saco papero en dirección a la pampa, caminaba como una media hora y el escarbaba al basural buscando huesos de animales, y algunos metales. Los huesitos se los compraban por kilos, un señor que los mandaba para el sur, él señor decía que lo usaban para hacer el azúcar, como también en las peinetas.
Cierto día el niño tal como lo hacía siempre, pero fue un día sábado por la mañana a eso de las 10 , entonces estaba esplendoroso de un sol radiante, y al entrar Ponciano al basural a unos cincuenta metros, algo a su izquierda se veía reflejar, el sol se hacía reflejar en algo que emitía un brillo el que parpadeaba, y el niño se encontraba paralelo hacia su izquierda a unos 60 metros, pero… el niño siguió caminando unos 20 metros hacia adelante, y el destello ese no paraba de titular, Prudencio siguió adelante pero cuando ya se había alejado unos sesenta metros más adelante , ya le causó extrañeza, que al cambiar de posición, ya el sol no debiera reflejar en aquel objeto. Un pensamiento rotundo lo hizo echar pie atrás para llegar hacia aquella luz que le llamó tanto la atención, poco a poco fue avanzando como un felino detrás de su presa, pasó varios ondulaciones del terreno, para llegar hasta a unos dos metros de aquel objeto, que era como una barra rectangular del color oro, estaba depositado sobre la arena de un “terraplén natural” en la bajada, el no podía creer lo que estaba mirando, cuando bajó a ese terraplén sus zapatos cubrieron de arena, y tapó aquella barra rectangular. Luego comenzó a sacar la arena sobre la barra, hurgó con sus manos pero la barra no aparecía, terminó haciendo un hueco en la arena, y este desapareció totalmente por encanto, entonces a Prudencio se le comenzó a erizar los pelos de sus brazos, y una sensación de frio en su cuerpo, retrocedió clamando ¡oh Dios mío! de pronto al retroceder el tropezó pero al caer su mano tocó algo solido, y cuando la miró era la barra de oro.
Prudencio lo guardó en el saco y desapareciendo del basural como un rayo, y nunca más se supo, pero entonces misteriosamente decían en el pueblo… que el niño y su familia desaparecieron sin dejar rastros, y que el demonio se los había llevado a todos.
Autor: RERIPI
Fotografías:
1.- Del escritor e investigador de la cultura pampina y editor RERIPI; 2.- Fotografía se desconoce la fuente informativa.
Gráficas:
1.- Basural en las ruinas de una salitrera; 2.- Planta granuladora de la salitrera María Elena.
NO PUEDO ACEPTAR LAS INJUSTICIAS, PERO SÍ, JESÚS LAS ACEPTÓ POR NOSOTROS (RERIPI)
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