LAVOZDELAPAMPA AÑO I. Nº10 abril 2018.
(Cuento)
Rosendo, había terminado el año laboral y dar comienzo a las deseadas vacaciones con su grupo familiar en la ciudad de Iquique. Esa madrugada él inspeccionaba los neumáticos del auto, mientras adentro esperaba la familia.
El vehículo comenzó a alejarse de la ciudad de Arica en dirección sur; habían transcurrido un par de horas; mientras que al aclarar los niños contaban las cruces de las animitas a un costado del camino carretero. Cruzando el puente de Tiliviche Rosendo se percató que el marcador del tablero acusaba una alta temperatura del motor; él imprimió una mayor velocidad, entonces su esposa Idelfonza divisó a los lejos un bosque en el desierto. Ambos se miraron y posteriormente se introdujeron por una huella polvorienta rodeados de verdes tamarugos y al llegar al final del camino descubrieron un pueblo completamente abandonado, allí todo era ruinas, la impresión que daba era así como el Imperio Romano o Griego, todo destruido. Allí se detuvieron y bajaron del auto, Rosendo se fue directamente al motor a revisar la refrigeración, Idelfonza con sus hijos salieron a recorrer por el lugar mientras su esposo se dedicaba al carro, luego ella se devolvió con la familia y Rosendo terminaba de revisar; ella le insinuó a su marido que era un hermoso lugar para acampar, donde había agua y árboles, la respuesta vino de inmediato y positiva en conseguir descansar allí en el lugar unos dos días…
Alrededor de la ruinas del poblado habían los restos de algunas oficinas salitreras, como ser casas y las bases de unos motores. Al anochecer toda la familia se encontraba sentada en el suelo alrededor de una fogata cantando y sus cuerpos estaban cobijados bajo la inmensa copa de un añoso Tamarugo; más allá se filtraban los rayos plateados de la luna llena. Idelfonza se encontraba muy incómoda diciéndole a su esposo al tener el deseo de orinar, su hijo mayor Diógenes al escuchar también insinuó de su necesidad biológica; el matrimonio se dirigió a unos metros más allá y él hijo se fue al sentido contrario. Idelfonza estaba en cuclillas apegada a una muralla de adobe cuando pronto se escuchó por allí en la oscuridad el estampido del golpe de una gran pedrada en la muralla; ambos impresionados, gatilló en culpar a Diógenes por esa broma de mal gusto, el muchacho cuando volvió de las necesidades fue abordado por sus padres llamándole la atención, Diógenes no entendía aquella acusación, luego cabizbajo se fue a sentar junto a sus otros hermanos.
El show familiar alrededor de una fogata prosiguió con Audorindo quien cantaba una románica letra de Camilo Sesto y pronto una pequeña piedra rueda por el suelo, el escenario del niño cantor. Todos ellos, la familia enmudecieron un instante, luego reaccionó Rosendo, saltó como una fiera herida en busca del arma de fuego y de su linterna. Entonces salió en busca del desconocido que no se dejaba ver, él recorrió todo el entorno del campamento y cuando volvió se dio cuenta que la familia estaba asustada. Rosendo inmediatamente ordenó a sus hijos cobijarse en la carpa, quedando él con su esposa guardando los víveres.
Al pasar unos minutos desde la carpa salió corriendo Diógenes llamando a su padre para decirle que habían apedreado el auto. Rosendo pensó lo peor, los vidrios del parabrisas y llegando hasta el lugar se percató que el vehículo estaba intacto; él se subió rápidamente encendiendo el motor, saliendo a recorrer un extenso espacio dirigiendo las luces hacia aquellas casas y árboles del recinto, cuando volvió junto a su familia certificó que allí no había nadie, pero temeroso por dentro Rosendo mandó a su familia a la carpa, él se quedó en la entrada; en una mano la linterna y en la otra el “Nuevo Testamento”, luego él comenzó a leer unos Salmos, pidiéndole a Dios su protección, la esposa con sus hijos desde dentro rezaban el Padrenuestro y el Ave María.
Rosendo cuando terminó la oración se unió a su familia; aquella noche fue demaciado larga; afuera desde la copa de un árbol vigilaba…
Al comenzar el alba Rosendo miró a su esposa y le susurró al oído, si se iban o se quedaban, ella por cierto quería irse del lugar, pronto aclarando comenzaron a desarmar el campamento y cargaron el vehículo, una vez embarcados, Rosendo aceleró para partir, pero el vehículo no se movió, él bajó a revisar el motor y todo estaba en orden; entonces Rosendo comenzó a leer nuevamente los Salmos mientras los demás rezaban y allá arriba en la copa del vetusto tamarugo unos pequeños hombrecillos verdes alegres cantaban cuando el vehículo comenzaba abandonar aquel pueblito de Zapiga, silencioso y abandonado en la pampa salitrera de Tarapacá.
Bibliografía:
* Cuento publicado el año 2012 en la “Antología” de la “Filial Arica Sociedad de Escritores de Chile”, la obra titulada “Voces de Arica y Parinacota” Editorial e Imprenta POBETA, Cuento “Estación Zapiga” del Autor, escritor e investigador de la cultura pampina REINALDO RIVEROS PIZARRO. *PUBLICADO LA REVISTA ELECTRÓNICA LAVOZDELAPAMPA Nº89. Autor RERIPI
Grafica:
3.- Niños en el poblado de Zapiga. 4.- Estación de ferrocarril de Zapiga. 5.- Cementerio de “Sacramento de Zapiga”.
AUTOR: Reinaldo Riveros Pizarro
“AMAR ES DULCE E IDÍLICO, PERO CUANDO EL ENGAÑO AFLORA, ES PREFERIBLE ARRANCAR Al INFIERNO” (RERIPI)
ENLACE SIMILAR:
http://www.estrellaarica.cl/prontus4_nots/site/artic/20090711/pags/20090711003006.html
Obra, cuento “ESTACIÓN ZAPIGA” del autor Reinaldo Riveros Pizarro, EDITADA en la Revista Cultural “La Voz de la Pampa” Nº3 Febrero año 2003, Pagina 13. y fue adaptado por el periodista español Iker jimenez en video para “Cuarto Milenio. Diarios del Miedo” como subtitulo “FE” https://www.youtube.com/watch?v=yO53FUWCTXQ