REVISTA ELECTRÓNICA.
LAVOZDELAPAMPA.CL Año I. Nº 81. Octubre 2018.
(Cuento)
Salía del pueblo Ponciano quién se encontraba de vacaciones, yéndose entonces con una misión muy especial, con la plena convicción de encontrarse después de cincuenta años con su abuelo paterno, recorriendo desde el norte grande hacia el sur. Ponciano era un hombre maduro pintando canas, alto y delgado, él nunca había conocido a su padre quien había vivido en la pampa, y por esas cosas de la vida…
Ponciano había sido un hijo natural, criado sólo por su madre. El conducía un viejo auto por la carretera desértica, la que estaba en muy mal estado, y la vía que parecía totalmente de calaminas de zinc; el vehículo de cuyo movimiento cimbraba allí en medio de la “Pampa del Tamarugal” entonces él detuvo el vehículo a un costado de la carretera para revisar el motor, cual venía muy exigido, y pudo observar en el camino un pequeño letrero enmohecido por el oxido el que anunciaba un hecho histórico “La Batalla de Dolores”. El posteriormente de haber solucionado el problema, ingresó hacia donde estaban unos verdes, y fragantes Tamarugos; entonces ya más relajado el sacó del paletó una cajetilla de cigarrillo “La Flor de Cabañas”, lo encendió y pegó unas cuantas pitadas, pero su vista se fue hacia donde habían unas añosas, y tétricas viviendas de adobes, ellas se encontraban casi totalmente destruidas, murallas de color ocre, y por la parte inferior las paredes estaban pintadas con una franja larga color verde musgo; esas construcciones ya no tenían techo, muchas yacían derrumbadas en bloques sobre el suelo ennegrecido por carbón piedra; era un pueblo abandonado; pareciera que la naturaleza o la mano del hombre se hubiera ensañado en ellas.
El sol al medio día en la pampa pegaba fuerte, entonces más allá él entró a una de esas casas, y sintió el profundo silencio, acompañado del calor irradiando desde el suelo, que le hacía secar la boca, luego traspasó caminando hasta el fondo del patio, donde se encontraba un árbol con su follaje casi caído tocando la copa con sus ramas. como si estuviera pidiendo clemencia, sediento por la falta de agua; allí sobre el tronco un lagarto solitario observaba, levantaba y bajaba seguidamente su cabeza.
El joven Ponciano podía oler la brisa de azufre característica de la pampa salitrera; al fondo de la casa había un pozo de agua, estaba seco, observó e investigó al interior descendiendo con cuidado hasta que se introdujo cubriéndolo totalmente, pudo ver ahí en el fondo los restos de basura acumulada, que olía a rancio, entonces comenzó a remover el polvillo hasta encontrar un pedazo de papel, era un trozo de periódico, donde se puso a leer el borroso titular que decía… – EL PUEBLO, Interdiario Pampino Propiedad del Editor, Osv.. Ló… z. Iqu q…. Sábado 20 de Febrero de 19…. – POLICÍA. Repetidas veces este periódico, ha pedido en todos los tonos, que se constituya una guarnición de policía en el Alto de San Antonio, pueblo que se encuentra abandonado a merced de los audaces, y de los pillos. En meses pasados, se dijo que él señor…
-Entonces Ponciano de aquel trozo de diario fue todo lo que pudo leer, seguidamente él lo guardó para mostrárselo posteriormente al abuelo pero… no tenía la certeza si el abuelo había vivido en la pampa salitrera.
Después de varios días de viaje e incertidumbres, hasta que Ponciano llegó a la morada del abuelo solitario; era una casita pobre, y de muchos arbolitos a su alrededor, encontrándose entonces con su abuelo Quintín quien estaba desgastado por los años, este lo recibió sorprendido a pesar que él tenía una vaga información de su nieto del norte grande, siendo casi olvidado por el tiempo, el abuelo lo miró seguidamente le abrazó, y guardando un silencio pulcro, le recordó a la fisonomía de su hijo… Ponciano lo miró detenidamente, y no lo podía creer, entonces el sintió que sus ojos se eclipsaban ante su abuelo paterno, asimilando que tenía muchas interrogantes sobre su padre… Ponciano le miró nuevamente con ternura el cabello de color plateado, de ojos cansados, tez blanca, y de un caminar dificultoso.
Después de haber dialogado Ponciano sobre el norte, entonces le enseñó aquel pedazo de diario, y comenzó a leerlo; fue cuando el rostro del anciano se contrajo, y sus mejillas comenzaron con un tic nervioso, ya no eran las mismas facciones de su rostro, y al terminar de leer Ponciano, el abuelo en voz entrecortada este le relató…
– Sucedió que ese día Domingo al ocaso del sol, en el pueblo de Alto San Antonio; alrededor de ese lugar existían varios bandidos;los cerros ahuecados similares a un queso de coloridos ocre-rojizo en donde se sacaba el caliche, y a veces allí se cobijaban algunos animales, llamas y alpacas.
A la entrada del pueblo se ubicaba la Estación de Ferrocarriles, y muy cerca de ahí la Fonda ‘Ño Celín”, pero era más conocido como “Cucho Dinamita”, allí dentro de la fonda se encontraban reunidos varios amigos quienes jugaban dinero a las cartas, entonces fue en ese momento cuando irrumpieron tres individuos con revólveres en mano, y ellos sin ninguna consideración apuntaron, y dispararon en repetidas veces, robando el escaso dinero allí reunido sobre la mesa; raudamente los bandidos se retiraron en fuga hacia la calle, montando sus caballos, y a toda carrera arrancaron perdiéndose en medio de las quebradas de la pampa.
-El Cucho dinamita” era un hombre ya maduro, él en su brazo llevaba un tatuaje dibujado con tinta roja y azul, era el escudo nacional rodeadas por dos banderas chilenas. El abuelo le continuó contando…
-En la fonda aún desplomado, y mal herido el jugador de cartas él joven Higinio, tenía pelo rubio, cara pecosa, apenas veintitrés años, él fue la única víctima en esa desgracia por aquellos rufianes. Entonces ese joven Higinio ya en muy malas condiciones, con una pierna casi destrozada por las balas, desangrándose a borbotones, a pesar de la ayuda, Cucho Dinamita él en ese momento se arrodilló dejando su rifle Winchester al costado del caído, entonces le sacó de su cuello una medalla con una cadena de bronce donde aparecía la efigie de la Virgen Carmen, posteriormente este se la puso en su cuello, brotándole lágrimas de dolor, rezándole con gran fervor unas cuantas plegarias a la virgencita. Pero el muchacho ya tenía la vista perdida, y de ambos ojos le rodaron dos lágrimas y terminando con un leve suspiro.
Entonces el “Cucho dinamita” exclamó: ¡Señores pampinos, no es justo que seamos asaltados, y saqueados en nuestro propio pueblo!, ¿Cuantas veces hemos pedido de diferentes formas a las autoridades que se construya un retén policial en este lugar? y… ¡El Intendente quien escuchó sobre nuestra petición ya hace bastante tiempo, el ya no se acuerda de nuestra gente!… -¡Se han cometido muchos crímenes en este pueblo en cambio hay otros lugares del país donde las autoridades ya habrían solucionado el problema, pe r o menos acá , p o r q u e a esos señores no se les mueve una pestaña de sus ojos¡
-¡Nosotros compañeros hemos donado una suma de dinero para contribuir con la instalación de un cuartel policial, pero nadie sabe dónde han ido a parar esos fondos, y si él señor Intendente ordenara que la guarnición de Ana en vez de cuidar todos esos fierros viejos del ferrocarril, y los policías fueran trasladados hacia nuestro pueblo, este señor merecería el apoyo de todos!…
-Cuando Cucho Dinamita terminó la arenga los demás se retiraron a sus moradas murmurando sobre la desgraciada situación del joven pampino. En Alto San Antonio ”Cucho Dinamita” era un líder innato de su situación económica más mejorada que los demás, de un hombre que vivía de su negocio, y un gran sentimiento patriótico – social.
Pero entonces el abuelo le siguió contándolo siguiente: -Pasaron varios días en el pueblo sin saber nada de los bandoleros, mientras “Cucho Dinamita” organizaba un plan para vengar la vida de Higinio, ubicándose antes de llegar al pueblo de Alto San Antonio para hacer la vigilancia con otros acompañantes merodeando por algunas cuevas. Aclarando al amanecer entonces vieron los vestigios de haber habitantes, se pudo ver el vestuario de ellos, y al entrar sigilosamente en la cueva, allí dormían los malvados asesinos y ladrones. La orden era de matar a los asesinos en el acto, conforme a lo acordado en contra de los bandoleros; entonces los sorprendieron dándole una fuerte metralla certera quedando todo en un silencio profundo.
-El abuelito cuando terminó de comentar aquel trágico suceso levantó su barbilla, mirando a su nieto Ponciano, el anciano llevó sus manos a los ojos restregándoselos, entre lágrimas las que corrían por los surcos de su rostro; el nieto con una mirada atónita por lo relatado cuando de pronto el abuelo le mostró el brazo derecho el que era casi puro pellejo y arrugado, pero… tenía allí dibujado dos banderas con un escudo nacional, el nieto le miró impávido, vio en el cuello del anciano que le colgaba una medallita de bronce, tan brillante como la última luz de esperanza en que él vio el asesinato a su único hijo Higinio en aquella fonda.
Autor: RERIPI
Bibliografía:
Fotografías: 1.- Librillo “Pampinos y Salitreros. Autor Mario Bahamonde, editorial Quimantú, “Nosotros los chilenos. Edición 26 de julio 1973. Fotos Nº2.-, 3, 4, 6, y 7. Del escritor e investigador dela cultura pampina RERIPI. Nº6. Fotografía se desconoce la fuente.
Gráfica.
1.- Pampinos en una fonda (Lugar para comer y beber en la pampa) 2.- Carretera nueva, se observa el estanque del pozo de Dolores; 3.- Ruinas del poblado de Dolores; 4.- Cajetilla de cigarrillo “La Flor de Cabañas”, imagen pertenece a la obra “Catalogo de cajetillas de tabacos de la república de Chile y su Cultura en la sociedad”, Autor Reinaldo Riveros Pizarro, inscrito en el Derecho de Propiedad Intelectual año 1999; 5.- Explotación en cuevas calicheras; 6.- Sobre de carta a nombre de Manuel Manchea, Estación Alto San Antonio un 29 Diciembre 1911; 7.- Sastrería “El Pobre Roto de Feliz Buahdla, de Alto San Antonio;
LO QUE TE HIERE Y NO TE MATA, A LA LARGA TE HACE MÁS SABIO. (RERIPI)
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